El viaje de ida
Llegar hasta Esquel nos llevó dos días desde Mar del Plata, donde habíamos pasado Año Nuevo con la familia y un primero de enero disfrutando del mar y de estar juntos.
Arrancamos el viaje con Manu, Ceci y mis sobrinos que también rumbean hacia el sur. Pedro hizo el primer día de ruta con nosotros imponiendo su hermosa tranquilidad al andar.
Hacia Necochea la ruta 88 va cargada de maquinaria agrícola como tractores de carga y mosquitos fumigadores. Los girasoles crecen al borde del camino y en los canteros centrales, seguramente brotados de semillas que han volado desde campos cercanos. Las charlas sobre glifosato, soja, latifundio y quita de retenciones fueron las protagonistas de esa mañana.
Cruzando el Río Colorado la ruta 22 es una recta infinita que se interna en la estepa patagónica. Parece que no pero alguna vez llegás a destino. Esta vez fue Choele Choel nuestra parada para hacer noche en un hotel rutero que da cuenta de la difícil situación que atraviesan los productores regionales bajo esta economía cada vez más concentrada.
Una mañana agradable fue el comienzo de este segundo día de viaje. Nos separamos en este tramo. Nos encontraremos en unos días.
Durante la primera parte cruzamos el Alto Valle de Río Negro, con sus manzanas, ciruelas y duraznos. Más adelante, los pozos petroleros de Neuquén y la represa hidroeléctrica de El Chocón. Las torres de alta tensión atraviesan el camino varias veces.
De a poco la ruta se acerca a la cordillera y empiezan los caminos levemente sinuosos y un verde que de pronto se hace bosque. Entramos a Bariloche con lluvia y mientras pensábamos que debía verse el arcoriris allí apareció entre los cerros y el lago, para recordarnos que la montaña siempre te va a sorprender con su belleza.
Las primeras huellas de la lucha por la aparición de Santiago Maldonado se empezaron a ver en la cartelería vial. Y cuando nos adentramos en la ruta 40 camino a Esquel las imágenes del corte y de la represión de aquel 1 de agosto nos recorrieron el cuerpo. La llovizna impuso al momento un gris triste y silencioso. Sabemos que la lucha sigue pero nos faltan Santiago y Nahuel y eso duele. Como duelen las tierras saqueadas en manos extranjeras.
Tras casi mil kilómetros de viaje llegamos a Esquel, esta querida y entrañable ciudad. Eata vez será nuestra parada logistica antes del cruce Chile.
"Viajar. Beber lo que viene. Tener alma de proa" Los relatos de viajes de mi madrina Carmen acompañaron mi infancia. (Carmen, qué hermoso suena tu nombre, sigo extrañando esa bella alegría de tu mirada). Una y otra vez, como lo hacen los chicos chiquitos, yo le pedía que me cuente sus historias por Oriente. Y así recorrí esos mundos tan distantes... tan distintos. Desde entonces sigo sintiendo esa misma emoción cada vez que una ruta me lleva a conocer y aprender otras geografías.
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