domingo, 7 de enero de 2018

CARRETERA AUSTRAL III

El sonido de las cascadas

Hace varios días que llueve. Las gotas caen suaves y hacen brillar las hojas. Cerca de La Junta hay unas termas naturales. El agua brota caliente desde las rocas en el piso y se mezcla con el agua fría de vertiente. El vapor tiñe de gris los helechos que bordean los piletones. Y llueve.
A la mañana volvimos a la ruta. A unos pocos kilómetros se encuentra Puyuhuapi, un puerto pequeño en el extremo norte del fiordo. La carretera sigue bordeando el mar y pasa por imponentes farallones que llegan hasta la costa. Algunos tramos de esta ruta bimodal se hacen en barcaza y en esta parte hay una pequeña que te permite sortear por el mar la parte del camino que está en reparación.
Enseguida llegamos al Parque Nacional Queulat, que en la lengua originaria de la zona significa "sonido de cascadas". Y fue con el sonido del agua que recorrimos los senderos que el clima nos permitió. No pudimos avistar el ventisquero colgante que es uno de los principales atractivos, la nubosidad estaba muy baja. Pero sí pudimos escuchar el agua turquesa que baja torrentosa entre las piedras. El río Ventisquero se nutre de las aguas de este glaciar y luego de cruzarlo por una larga pasarela llegás a su nacimiento, en la laguna. Dejás atrás el río y de pronto la silenciosa quietud de este espejo de agua te permiten escuchar cada tanto al chucao, un ave que anda por este bosque con un cantar inconfundible. El sendero "El aluvión" te muestra las enormes rocas que hace miles de años fueron arrastradas hasta allí.
Retomamos viaje con la lluvia como acompañante ya casi permanente. La ruta se aleja de la costa y trepa por una cuesta internándose en la cordillera de picos nevados y bosques de coihues. Se cruza un zorro colorado que, escurridizo, se mete entre los árboles. Es imposible no parar a cada rato para escuchar las cascadas y sentir el agua que te rodea en sus diferentes formas. Agua pura que da vida. Y llueve.
Tras un enorme valle donde los pobladores crian ganado llegamos a Puerto Aysén (derivado de ice end, donde terminan los hielos)
Acá nos quedamos a pasar la noche. Y llueve.














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