Una parada para jugar un poco con la nieve acumulada (no hubo nevadas recientes así es que la actividad estaba reducida), el avistaje del imponente Aconcagua desde la entrada al parque provincial y la curiosa formación natural de Puente del Inca, fueron parte de nuestro paseo de este día.
El fueguito nocturno duró un par de horas, tanto para darnos calor como para hacer un asadito de montaña.
Los primeros en despertarse son los gallos, que no esperan a que el sol se asome, tardío, desde detrás de los cerros. Nosotros hacemos modorra un rato más esperando que los primeros rayos entibien la mañana y nos dejen salir de la carpa. Parece que los benteveos también: su hermoso canto llegaba desde las ramas más altas de los álamos y nos acompañó mientras, de a poco, desarmábamos el campamento.
Viajamos poco y llegamos a Cacheuta, una pequeña villa de montaña que vive en función del turismo que se acerca al complejo termal. Alojados en una cabaña en plena montaña pasamos horas bajo el agua tibia y mineralizada en piletas de piedra con vista a los cerros en un día de pleno sol.
Tarde para disfrutar mirando el cielo azul profundo.
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