La cordillera es imponente. Cada rincón, cada ladera, cada pico que llega hasta lo más alto.
El día comenzó cubierto de nubosidad. El gris del cielo daba otro tono a una ciudad cubierta de nieve. Arrancamos temprano para tomar el colectivo que llega hasta la base del Cerro Catedral. La gente que se moviliza hasta allá es mucha, así es que mejor tomarse las cosas con paciencia.
Ya en la base elegimos uno de los ascensos y emprendimos la subida en aerosilla. Pensamos que el clima nos iba a restar visibilidad pero la sorpresa nos ganó. Ya en el primer tramo nos internamos entre las nubes y de a poco el cielo celeste empezó a aparecer para cambiar la luz que iluminaba las laderas nevadas.
Arriba un cielo profundamente azul recorta los picos rocosos del cerro e invita a preguntarte...¿Pueden los sueños llegar tan alto?
"Viajar. Beber lo que viene. Tener alma de proa" Los relatos de viajes de mi madrina Carmen acompañaron mi infancia. (Carmen, qué hermoso suena tu nombre, sigo extrañando esa bella alegría de tu mirada). Una y otra vez, como lo hacen los chicos chiquitos, yo le pedía que me cuente sus historias por Oriente. Y así recorrí esos mundos tan distantes... tan distintos. Desde entonces sigo sintiendo esa misma emoción cada vez que una ruta me lleva a conocer y aprender otras geografías.
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