sábado, 27 de julio de 2019

BARILOCHE IV

Esta vez nos levantamos sin alarma. Desayunamos en el salón del hostel que tiene una gran ventana frente a la plaza toda cubierta de nieve todavía. Salimos sin saber con certeza qué hacer. Teníamos ganas de alguna caminata pero los senderos están en su mayoría cerrados. Los árboles cargados de nieve corren riesgo de caerse, las ramas que no resistieron bloquean los caminos. Así es que decidimos destinar el dia a los deportes de nieve. Esta vez hicimos el ascenso al cerro Otto en telesférico. Las filas para subir y realizar las actividades arriba son muy largas pero la espera, rodeados de este paisaje, se aliviana.
Trineo por una pista que atraviesa un bosquecito de lengas. No soy muy amante de la velocidad asi es que no me importó mucho terminar desbarrancando un par de veces en la orilla. La segunda vez dominé mejor este deslizador y la bajada fue más pareja. Muuuuy divertiiiiiiidoooo!!!!
Más tarde hicimos una recorrida por este mismo bosque pero por otro camino desplazándonos en raquetas que se clavan en la nieve y te permiten no resbalarte. Atravesamos las lengas cubiertas de líquenes que dan cuenta de un aire muy puro.
Despedimos el viaje con una cena de picada y cerveza artesanal.
Y entonces, a emprender el regreso que comenzó saliendo a la hora del amanecer. El sol que se asomaba tras los cerros enfrente del lago fue iluminando las laderas que de a poco iban tomando un tono entre blanquecino y naranja suave. Cada momento del dia tiene un color diferente.
Y qué puedo contarles de la cordillera nevada desde el avión. Sin palabras...





viernes, 26 de julio de 2019

BARILOCHE III

Pusimos el despertador bien temprano. Era noche cerrada y salimos hacia la parada del colectivo que nos llevaba a Puerto Pañuelo. No conocíamos las frecuencias ni la duración de viaje hasta allá así es que salimos con tiempo porque era preferible llegar temprano que perder el barco. Habíamos conseguido los boletos ayer a última hora pensando que ya no habría lugar pero la suerte acompañó nuestra improvisación. 
El tránsito a esa hora ya es intenso. Mucha es la gente que va a laburar hacia los destinos turísticos y escuchás las quejas por las incomodidades que trajo la nevada: cortes de luz, calles inaccesibles, rutas cortadas, árboles caidos, veredas intransitables. Y sí... para los que no vivimos en lugares donde nieva es un espectáculo, para la vida cotidiana no.
Vimos desde el puerto cómo el amanecer empezaba a dibujar los perfiles de los cerros y la costa del lago con sus playas blancas.
Navegamos por el Nahuel Huapi hasta el bosque de arrayanes. El sendero estaba habilitado solo en algunos tramos por el temporal. Pero de todas maneras pudimos caminar unos metros entre estos árboles tan hermosos y las flores del quintral, las únicas de este bosque que crecen en invierno. Las gotitas de la nieve que se va derritiendo de a poco mojan todo el bosque. Brillan las cortezas color canela.
El segundo tramo del paseo te lleva a la Isla Victoria. La historia de este lugar está atrevasada por el saqueo de la oligarquía: emprendimientos forestales en manos de los más ricos del pais pusieron el peligro la supervivencia del bosque nativo. Pinos, cipreses de Monterrey, sequoias gigantes, todas exóticas traidas hace unos 90 años que compiten con las especies originarias.
Llegamos tempranito al hostel para cocinar algo rico e irnos a dormir. Nos queda un solo día para difrutar de este breve pero intenso viaje.



miércoles, 24 de julio de 2019

BARILOCHE II

La cordillera es imponente. Cada rincón, cada ladera, cada pico que llega hasta lo más alto. 
El día comenzó cubierto de nubosidad. El gris del cielo daba otro tono a una ciudad cubierta de nieve. Arrancamos temprano para tomar el colectivo que llega hasta la base del Cerro Catedral. La gente que se moviliza hasta allá es mucha, así es que mejor tomarse las cosas con paciencia.
Ya en la base elegimos uno de los ascensos y emprendimos la subida en aerosilla. Pensamos que el clima nos iba a restar visibilidad pero la sorpresa nos ganó. Ya en el primer tramo nos internamos entre las nubes y de a poco el cielo celeste empezó a aparecer para cambiar la luz que iluminaba las laderas nevadas. 
Arriba un cielo profundamente azul recorta los picos rocosos del cerro e invita a preguntarte...¿Pueden los sueños llegar tan alto?



martes, 23 de julio de 2019

BARILOCHE I

BARILOCHE I
Los viajes son un poco como la vida misma: aventura, descubrimiento, proyecto, sorpresa, improvisación, aprendizaje, placer. A veces volvés a los mismos lugares, pero nunca de la misma manera. Otras veces elegís cambiar de rumbo, buscando nuevos caminos. Pero siempre, en este gran mapa que vas dibujando, la cuestión es encontrarse. 
Un fin de semana de grandes nevadas en Bariloche y el aeropuerto clausurado. Vuelos reprogramados. Ibamos a salir el sábado pero tuvimos que posponer la partida y cambiar nuestro destino: Neuquén.
Lunes y un atardecer en aeroparque que prometía una impactante vista de la ciudad con sus primeras luces nocturnas.
Pasamos la noche en un hostel.
El amanecer frío llegó tarde recordándonos que ya estamos más al oeste y de a poco el sol fue asomándose para dominar un cielo totalmente celeste.
El micro hacia Bariloche salia tempranito. La ruta de a poco se fue internando en la cordillera y entonces la magia de la nieve empezó a teñir de blanco (o blancos) el paisaje.
Tarde de truco, chocolate caliente y churros.