Amanece y la lluvia
los grises
las gotas
los charcos
y este cielo.
La mañana y la bruma
los sapos
los perros bajo techo
un poco el sol
y estas nubes.
Irse
antes de la creciente
y la inundación
que viene desde las lagunas
detrás de los albardones.
Irse
como el río
que nunca se detiene.
Somos los juncos a contraluz
de un sol que se esconde río abajo.
Somos la última claridad en el cañaveral.
Somos el silencio del muelle
y el cielo de tantos naranjas.
Somos la luna llena
navegando en el agua.
Somos rocío
y las primeras estrellas.
Somos este rato en el mundo
la vida que llega
la que crece
la que pasa,
la que huye o se encuentra
y la que se va.
Mediodía de calor
de vida que fluye
en cigarras cantoras
en mariposas inquietas
en un colibrí revoloteando en el ceibo.
El río crece
las costas se ensanchan
pasa un camalote que floreció en viaje.
La frescura de la corriente que viene de lejos
el agua que envuelve la piel caliente de sol.
Mediodía
de sombra
de orilla
de río.
Boca arriba la noche
avanza desde el monte
Bajo la luna nacen las sombras grises
y los perfiles de las hojas estiradas de los alisos
En medio del pastizal vuelan
en su recorrido impredecible
los bichitos de luz
Boca arriba la noche
avanza desde las lagunas isla adentro
Viene con los grillos, las ranas
y el aletear de los murciélagos
con el humo aliado contra los mosquitos
con el fuego compañero
para este rato de vigilia
Boca arriba
un fondo de estrellas
y el sueño que llega
sobre la arena fresca
de la noche
Con el sol que asoma desde enfrente
y su blanco brillante sobre el río.
Con las orillas de lodo que aparecen después de la bajante
y las estelas del agua bailando en las sagitarias.
Con las primeras sombras del curupí y el timbó.
Con los camalotes viajeros del Paraná
detenidos en ese recodo del arroyo.
La mañana es del canto de los pájaros
que despiertan temprano
y del rocío fresco que todavía moja.
Acompaño la siesta del arroyo
y su quietud.
Un benteveo
vigila entre los cuchareros
Los tordos cruzan
y cantan
cruzan y cantan
Los sauces
desprenden las semillas
que acarician el monte blanco
Los alisos
tiñen de sombra esta hora de la tarde.
No descansan los areneros del Paraná Miní
una y otra vez
vuelven después del saqueo
en el lecho del río.
Me voy navegando
en un sueño de pájaros.
Me voy
en el sueño de una tierra para todes los que somos y los que vendrán
Si río arriba
y tu mundo de arroyos
Si las islas
y tus camalotes en flor
Si los juncos orilleros
y los ceibos
Si en cada muelle
una llegada o una partida
una espera o una ausencia
Si la lancha colectiva
y la música del agua
y este cielo reflejado.
Río Paraná:
si es tu delta
este lento silencio
que navega
si es refugio
me refugio en vos.
