"Viajar. Beber lo que viene. Tener alma de proa" Los relatos de viajes de mi madrina Carmen acompañaron mi infancia. (Carmen, qué hermoso suena tu nombre, sigo extrañando esa bella alegría de tu mirada). Una y otra vez, como lo hacen los chicos chiquitos, yo le pedía que me cuente sus historias por Oriente. Y así recorrí esos mundos tan distantes... tan distintos. Desde entonces sigo sintiendo esa misma emoción cada vez que una ruta me lleva a conocer y aprender otras geografías.
martes, 24 de julio de 2018
ESTEROS DEL IBERÁ IV
Dormirse en la carpa mirando la luna desde la ventanita traslúcida que tiene el sobretecho y despertarse escuchando el cantar de tantos diversos pájaros que comienzan el dia mas temprano que nosotros.
Con esta guía para identificar aves que me prestaron mis amigas biólogas Sil y Romi, logré reconocer más de 30 especies distintas. Hay que agudizar la mirada para observar el plumaje de las distintas partes de su cuerpo, la forma del pico, las carateristicas de las patas. Disfruto escucharlos, seguirlos, fotografiarlos.
Una pasarela permite caminar por entre los juncos. Y allí, en la rama más alta, imponiendo el color rojo de su torso, se muestra el Federal, una de los más bellos que vi.
Salió nuevamente el sol y con él algunos animales como la culebra del bañado, enrosacada sobre su propio cuerpo, mimetizada en el pastizal.
Esteros del Iberá, prometo volver a seguir conociéndolos.
Saliendo de la reserva volvió la señal de radio. Acá les regalo un chamamé rutero.
domingo, 22 de julio de 2018
ESTEROS DEL IBERÁ III
Ante la posibilidad de que volviera la lluvia, tomamos temprano una excursión en lancha para recorrer la laguna. El día está frio y el soĺ, timido. Muchos animales se protejen y no son fáciles de avistar. Algunos yacarés quedaron bajo el barro, manteniendo su temperatura. Otros en cambio asoman su cabeza, inmóviles, buscando los escasos rayos de sol que de tanto en tanto aparecen en el cielo encapotado. La lancha va entre los juncos y en eso el motor se detiene para escuchar, detrás del aparente silencio, los sonidos de la vida entre las aguas quietas de la orilla.
Los personajes de los relatos de Gustavo Roldán, que hace unos días releímos con Ceci, se aparecieron con sus diálogos comprometidos y su humor picaresco. Alza vuelo con sus alas enormes una garza mora. Dos jotes vigilan desde lo alto de un árbol y buscan algún animal ya muerto para alimentarse. Una becasina con su pico largo se asoma desde el nido construido en el pajonal. Varios carpinchos caminan sobre los embalsados, esos entramados de plantas acuáticas, islas flotantes que se desplazan siguiendo el curso lento del agua.
Más tarde nos esperaban los senderos a pie.
Caminamos sigilosamente, chapoteando con las botas en el barro. Lautaro ya sabe mirar con atención y curiosidad. Escuchó las ramas que los carayá movían al desplazarse. Y alli estaba la tropa, en la parte más alta de los árboles más altos. Aprendí a observarlos ayudando a mi amiga Silvana en un trabajo de campo en Isla del Cerrito.
Saliendo del monte se llega a la orilla de laguna y allí estaban los carpinchos en familia. Un macho se pelea con otro para defender su territorio. Los rodean los picabuey que aprovechan a posarse en sus lomos para alimentarse de los parásitos o para buscar pequeños insectos que surgen entre los pastos removidos.
Tarde de mate y chipá, que no podia faltar en tierras guaranies.
Temprano encendimos el fuego, nos esperaba un rico asado para reponer fuerzas.
Los personajes de los relatos de Gustavo Roldán, que hace unos días releímos con Ceci, se aparecieron con sus diálogos comprometidos y su humor picaresco. Alza vuelo con sus alas enormes una garza mora. Dos jotes vigilan desde lo alto de un árbol y buscan algún animal ya muerto para alimentarse. Una becasina con su pico largo se asoma desde el nido construido en el pajonal. Varios carpinchos caminan sobre los embalsados, esos entramados de plantas acuáticas, islas flotantes que se desplazan siguiendo el curso lento del agua.
Más tarde nos esperaban los senderos a pie.
Caminamos sigilosamente, chapoteando con las botas en el barro. Lautaro ya sabe mirar con atención y curiosidad. Escuchó las ramas que los carayá movían al desplazarse. Y alli estaba la tropa, en la parte más alta de los árboles más altos. Aprendí a observarlos ayudando a mi amiga Silvana en un trabajo de campo en Isla del Cerrito.
Saliendo del monte se llega a la orilla de laguna y allí estaban los carpinchos en familia. Un macho se pelea con otro para defender su territorio. Los rodean los picabuey que aprovechan a posarse en sus lomos para alimentarse de los parásitos o para buscar pequeños insectos que surgen entre los pastos removidos.
Tarde de mate y chipá, que no podia faltar en tierras guaranies.
Temprano encendimos el fuego, nos esperaba un rico asado para reponer fuerzas.
sábado, 21 de julio de 2018
ESTEROS DEL IBERÁ II
ESTEROS DEL IBERÁ 2
Me pierdo en las aguas plateadas que mueven levemente los juncos, en el atardecer sobre la laguna, en el cantar de las ranas, en el volar repentino de las bandadas de corbatitas dominó en el bañado.
Me encuentro en el sonido del viento que atraviesa el monte, en la luna moviéndose en el agua, en la búsqueda atenta de las diversas formas que se despliegan.
Me encuentro y me pierdo, una y otra vez en la quietud de estas aguas donde brota la vida.
Me pierdo en las aguas plateadas que mueven levemente los juncos, en el atardecer sobre la laguna, en el cantar de las ranas, en el volar repentino de las bandadas de corbatitas dominó en el bañado.
Me encuentro en el sonido del viento que atraviesa el monte, en la luna moviéndose en el agua, en la búsqueda atenta de las diversas formas que se despliegan.
Me encuentro y me pierdo, una y otra vez en la quietud de estas aguas donde brota la vida.
jueves, 19 de julio de 2018
ESTEROS DEL IBERÁ I
Comparto las crónicas que escribi estos dias. En Iberá no hay señal asi es que van con retraso.
ESTEROS DEL IBERÁ I
Acá..de vuelta en viaje. Sólo unos días, pero los suficientes para conectarse con la naturaleza y sus bellezas.
Esperamos que pare la lluvia para salir hacia el Litoral.
Cruzando la provincia de Entre Rios es dificil no pensar en las poblaciones afectadas por las fumigaciones en los campos dominados por el monocultivo de soja. Más aún conociendo la reciente resolución conjunta entre el Ministerio de Agroindustria y el de Medioambiente que deja abierta la posibilidad de no imponer ninguna distancia mínima que nos proteja de los agrotóxicos: puerta abierta al glisfosato sin restricciones.
Acá..de vuelta en viaje. Sólo unos días, pero los suficientes para conectarse con la naturaleza y sus bellezas.
Esperamos que pare la lluvia para salir hacia el Litoral.
Cruzando la provincia de Entre Rios es dificil no pensar en las poblaciones afectadas por las fumigaciones en los campos dominados por el monocultivo de soja. Más aún conociendo la reciente resolución conjunta entre el Ministerio de Agroindustria y el de Medioambiente que deja abierta la posibilidad de no imponer ninguna distancia mínima que nos proteja de los agrotóxicos: puerta abierta al glisfosato sin restricciones.
Vimos el atardecer sumergidos en las aguas calientes de las termas de Chajarí. Y así recibimos a nuestra primera noche litoraleña.
Al otro día asomó el sol que nos acompañó todo el día en nuestra entrada a los esteros. Nos aprovisionamos en Mercedes y tomamos el camino hacia Colonia Pellegrini que es de ripio. Con las lluvias la tierra anaranjada se había puesto bastante barrosa asi es que llevamos una marcha lenta que nos permitió ir conectandonos de a poco con el paisaje.
Instalamos la carpa a orillas de la laguna Iberá, una de las que conforman este gran humedal, reserva de una gran variedad de especies, muchas de ellas protegidas de los desmontes y la caza furtiva.
En el camino ya habiamos avistado un ciervo de los pantanos y ni bien llegamos al camping, muchisimas aves cuyas imágenes ya les compartiré cuando pueda bajarlas de la cámara.
La noche estrellada y con luna nos invitó a recorrer los senderos de la reserva y entre la costa de la laguna, el monte y las selvas en galería pudimos ver guazunchos, tatú carretas y varios carpinchos.
No hay datos ni wiffi, solo algo de señal de teléfono y algunas frecuencias de onda corta, alguna radio de China, y una FM de Paraguay que nos regala unos ritmos de chamamé.
Al otro día asomó el sol que nos acompañó todo el día en nuestra entrada a los esteros. Nos aprovisionamos en Mercedes y tomamos el camino hacia Colonia Pellegrini que es de ripio. Con las lluvias la tierra anaranjada se había puesto bastante barrosa asi es que llevamos una marcha lenta que nos permitió ir conectandonos de a poco con el paisaje.
Instalamos la carpa a orillas de la laguna Iberá, una de las que conforman este gran humedal, reserva de una gran variedad de especies, muchas de ellas protegidas de los desmontes y la caza furtiva.
En el camino ya habiamos avistado un ciervo de los pantanos y ni bien llegamos al camping, muchisimas aves cuyas imágenes ya les compartiré cuando pueda bajarlas de la cámara.
La noche estrellada y con luna nos invitó a recorrer los senderos de la reserva y entre la costa de la laguna, el monte y las selvas en galería pudimos ver guazunchos, tatú carretas y varios carpinchos.
No hay datos ni wiffi, solo algo de señal de teléfono y algunas frecuencias de onda corta, alguna radio de China, y una FM de Paraguay que nos regala unos ritmos de chamamé.
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